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Sembrando enfermedades

Por:

Varios Autores

Maria Jose Borja Nuñez1, Lisseth Guevara Vázquez2, Ricardo Muciño López1, Martha Eugenia Juárez Martínez3 y Juan Carlos Núñez Enríquez4

1 Facultad de Medicina, Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla. Correo: mariajoseborjanunez@gmail.com Cel. 2211335380 / ricardo.mucino@upaep.edu.mx Cel. 2221266901

2 Facultad de Medicina, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla lis.gue.01@gmail.com Cel. 2484925390

3 Facultad de Medicina, Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, Centro de Investigación Oncologico, Una Nueva Esperanza, Puebla México. meugeniajm15@gmail.com Cel. 2224554342

4 División de Investgación en Salud, UMAE Hospital de Pediatría “Dr. Silvestre Frenk Freund”, Centro Médico Nacional, Siglo XXI, Instituto Mexicano del Seguro Social. Correo electrónico: jcarlos_nu@hotmail.com Cel. 5531884373

Resumen:

A continuación se explora cómo los pesticidas y otros químicos que usamos en la agricultura y en la vida diaria pueden afectar la salud de los niños, aumentando el riesgo de leucemia, el tipo de cáncer más común en la infancia. Sustancias como el benceno, presente en combustibles y solventes, o ciertos herbicidas y plaguicidas, pueden dañar al organismo incluso antes de nacer, pues atraviesan la placenta y dejan huellas en el desarrollo del bebé. Los niños son especialmente vulnerables porque sus cuerpos aún están en formación. Aunque los tratamientos médicos han mejorado, la verdadera clave está en la prevención: reducir la exposición a estas sustancias, repensar el modelo agrícola y exigir entornos más sanos para las nuevas generaciones.

Palabras clave:

Leucemia, pesticidas, niños

Un veneno muy sabroso

Imagina que vas caminando por el campo. A la sombra de un árbol, encuentras varias manzanas perfectas: brillantes, firmes, con esa piel tersa que parece reflejar el sol. No lo piensas mucho. Tomas una, das el primer mordisco y es crujiente, con un sabor dulce y es refrescante que danza en tu boca. Pero… ¿La lavaste antes de comerla?

Ese momento casi de película puede hacernos olvidar algo importante: detrás de esa apariencia impecable, en las frutas y verduras quedan residuos de un proceso agrícola, donde los pesticidas -con la finalidad de proteger cultivos de plagas- juegan un papel importante. Y no solo queda en la fruta que comes, si no en el agua que bebes, pues el agua es parte del proceso de cultivo. Actualmente muchos cuerpos de agua se encuentran contaminados de diversas toxinas, entre las cuales están las sustancias que usamos como pesticidas.

Por mucho tiempo, se pensó que los pesticidas no representaban riesgo alguno hasta que se integraron pesticidas sintéticos que fueron usados a gran escala desde el siglo XX hasta la fecha. Cada vez hay más estudios científicos que relacionan su exposición con grandes consecuencias en la salud. Uno de los más preocupantes es el aumento de casos de cáncer infantil, especialmente leucemia.

Cuerpos pequeños, riesgos grandes

La leucemia es un tipo de cáncer que afecta a las células de la sangre, las mismas que normalmente nos protegen de infecciones. Es el cáncer más común entre niños y adolescentes, se caracteriza por la producción descontrolada de estas células, lo que debilita al sistema inmune y puede afectar distintos órganos del cuerpo humano.

Aunque los avances médicos han mejorado mucho el tratamiento, la leucemia sigue siendo una enfermedad seria. Su impacto va más allá del cuerpo: afecta también la salud emocional, el entorno social y la vida cotidiana de quienes la padecen. Una infancia debería asociarse a juegos, escuela y descubrimientos en lugar de visitas constantes al hospital, medicamentos, agujas y largos períodos de recuperación. Todo esto deja huellas duraderas tanto en los niños como en sus familias.

Sabemos que el cáncer no tiene una causa única, pero cada vez hay más evidencia que relaciona la exposición a pesticidas con el desarrollo de leucemia infantil. Especialmente en contextos rurales o agrícolas donde los protocolos de protección son insuficientes. Los niños, al jugar o permanecer cerca del suelo, donde se concentran más los residuos de estos compuestos, están en mayor contacto con sustancias tóxicas. A esto se suma que su organismo, en proceso de desarrollo, tiene diferencias significativas en cómo asimilan las toxinas a los adultos, lo que puede incrementar el riesgo. Además, es común que un padre que ha manipulado pesticidas sin equipo de protección regrese a casa con la ropa contaminada y, al cargar o abrazar al niño, transfiera residuos tóxicos sin darse cuenta. Esta combinación de factores convierte a la infancia en una etapa de alta vulnerabilidad ante la exposición a plaguicidas.

La trascendencia de conocer los factores que se asocian a la presentación de la leucemia gira en torno a poder identificar niños con riesgo a adquirirla de forma más temprana. Aunque, NO se trata solo de curar sino también de prevenir. Así logra disminuir las implicaciones sociales y emocionales asociados a la enfermedad.

Figura 2

Más que un veneno para plagas

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido ciertos pesticidas como “probablemente carcinógenos para los humanos”. Los pesticidas pueden actuar como disruptores endocrinos que afectan al desarrollo del sistema inmunológico o dañar el ADN de las células. Y los niños por su tamaño y desarrollo biológico, son mucho más vulnerables que los adultos a este tipo de sustancias, esto debido a que un cuerpo pequeño recibe una dosis proporcionalmente mayor de químicos. Un sistema inmune en formación tiene menos capacidad de defenderse.

Además, un entorno contaminado durante el embarazo puede tener efectos duraderos en el bebé.

Figura 3

Benceno y leucemia: una historia que comienza antes de nacer

El benceno es un químico líquido, incoloro y de olor dulce, compuesto que se encuentra presente en combustibles, solventes industriales, pintura, cosmética y cigarrillos. Es una sustancia considerada carcinógeno por la Organización mundial de la salud (OMS) y la agencia internacional de investigación del cáncer (IARC) del grupo 1 (lo más peligroso) por su capacidad de causar cáncer. Es una sustancia que debería alarmarnos como sociedad debido a su capacidad de atravesar barrera placentaria durante su embarazo, lo que significa que puede llegar hasta el feto, afectando su desarrollo. También afecta a los padres, ya que su exposición está relacionada directamente con leucemia mieloide aguda.

¿Cómo (el benceno) afectaría a mis hijos antes de nacer?

Diversas investigaciones han demostrado que la exposición al benceno y a otras sustancias tóxicas durante el embarazo pueden duplicar el riesgo de cáncer infantil. Esto significa que durante la gestación y los primeros años de vida son etapas cruciales para la adecuada salud de un individuo.

El benceno puede ingresar al cuerpo por inhalación (cuando respiramos) o por absorción (a través de nuestra piel) y una vez en el cuerpo materno, puede pasar al feto a través de placenta. Está exposición puede dañar el DNA, causando mutaciones y alteraciones cromosómicas, especialmente en las células que forman la sangre y al sistema inmune. Lo que podría explicar por qué algunos niños desarrollan leucemia desde etapas muy tempranas de la vida, incluso desde el vientre materno dando origen a la leucemia neonatal. Las investigaciones en personas y en animales respaldan esta relación. Se ha visto que la exposición parenteral al benceno puede alterar la producción normal de células sanguíneas y generar estrés oxidativo, un proceso que deteriora la función de la célula y puede promover la aparición del cáncer. Como resultado, los niños expuestos pueden ser más propensos a desarrollar leucemia.

Figura 4

Otros químicos peligrosos

El benceno no es el único químico que representa un peligro. Muchos pesticidas y agroquímicos también tienen efectos tóxicos y cancerígenos significativos. Entre ellos, destacan herbicidas y fungicidas como el glifosato, la atrazina, el imazalil, el 2,4-D, el hexaclorobenceno y el clorotalonil, han sido asociados con daños como son efectos hormonales adversos, daño genético, estrés oxidativo y posibles diagnósticos tumorales.

Pesticidas organoclorados persistentes como la dieldrina, el aldrín, el chlordano y el reconocido DDT (reconocido en muchos países), todavía persisten en el ambiente y se correlacionan con enfermedades crónicas y cáncer. Otros grupos de pesticidas como los organofosforados —incluyendo malatión, diazinón, paratión y tetrachlorvinphos— también están vinculados con un mayor riesgo de cáncer.

Además, hay contaminantes más modernos que preocupan a los científicos, como las sustancias PFAS (usadas en productos impermeables, resistentes al calor o antiadherentes). Estas sustancias son altamente tóxicas, difíciles de eliminar del ambiente y pueden tener efectos graves sobre el sistema inmunológico y la salud en general.

Figura 5

La clave: no solo curar, también prevenir

Gracias a la ciencia, hoy existen mejores tratamientos para la leucemia, con más medicamentos, terapias personalizadas y mayores tasas de supervivencia. Y eso, sin duda, es una buena noticia. Pero no podemos quedarnos solo con eso. Nadie puede controlar todo lo que respira, come o toca. Pero sí podemos tomar decisiones individuales, colectivas y políticas que reduzcan el riesgo de exposición a sustancias peligrosas.

Como consumidores:

  1. Lavar frutas y verduras antes de comerlas para eliminar restos de pesticidas.
  2. Elegir productos orgánicos cuando sea posible.
  3. Comprar en mercados locales que usen prácticas agrícolas más sostenibles.
  4. Leer las etiquetas de alimentos, cosméticos y productos de limpieza para evitar sustancias nocivas.
  5. Entrar usar pesticidas dentro de casa.

Como ciudadanos:

  1. Informarse sobre el uso de pesticidas en su comunidad o región.
  2. Crear conciencia sobre el trabajo infantil en el campo, que expone a los niños a químicos peligrosos.
  3. Exigir leyes más estrictas sobre el uso de agroquímicos.
  4. Promover campañas de educación ambiental y salud pública.
  5. Pedir limpieza y protección de los cuerpos de agua, donde muchos de estos químicos terminan.
  6. Hablar de salud preconcepcional: la salud antes del embarazo también importa.
  7. Bañarse al llegar a casa si al conocer la exposición propia a pesticidas.
  8. Evitar que niños jueguen en campos de cultivo.
  9. Promover uso de equipos de protección durante el trabajo y contacto con pesticidas.

Como sociedad:

  1. Financiar investigaciones científicas independientes que estudien los efectos de los pesticidas en la salud.
  2. Apoyar a familias que enfrentan enfermedades graves como la leucemia.
  3. Repensar los modelos agrícolas actuales, y trabajar por uno más saludable y sostenible.
  4. Exigir transparencia a las grandes empresas sobre los ingredientes y sustancias que usan.
  5. Educar más sobre las sustancias peligrosas y cómo detectarlas en los productos que usamos cada día.
  6. Promover que las empresas provean equipo de protección en sus empleados.

Una reflexión necesaria

La próxima vez que veas una manzana brillante en el supermercado, detente un segundo. No es para que dejes de comerla, sino cuestiona el proceso que tuvo para llegar ahí. Piensa en que es lo mejor para tu salud y para la salud de tus seres queridos. Cada alimento, cada producto, cada decisión de consumo es una oportunidad para reflexionar. Reflexionar sobre la salud, sobre la infancia, sobre el futuro. Sobre cómo podemos construir un mundo más justo, más saludable y menos tóxico.

Porque cada mordida cuenta.

Y cada vida también.

Recuadro 1

Leucemia: es un tipo de cáncer de la sangre que comienza en médula ósea.

Referencias:

  1. Carlos‑Wallace, F. M., Zhang, L., Smith, M. T., Rader, G., & Steinmaus, C. (2015). Parental, in utero, and early‑life exposure to benzene and the risk of childhood leukemia: A meta‑analysis. American Journal of Epidemiology, 183(1), 1–14. https://doi.org/10.1093/aje/kwv120
  2. Riveros, H. A. (2021). Exposición a pesticidas (organofosforados, piretroides y glifosato) y su posible relación como agente cancerígeno en seres humanos: una revisión. Recuperado de: http://hdl.handle.net/11349/26694

Ficha bibliografía

El Dr. Núñez es Jefe de Investigación en Salud del Hospital de Pediatría del CMN Siglo XXI (IMSS) y médico pediatra con doctorado en ciencias médicas por la UNAM. Su línea de investigación principal es Leucemia Infantil.